IV Concurso Carta a un militar español

María Serveto Font ha sido premiada como ganadora local en la IV edición del concurso “Carta a un militar español” del Ministerio de Defensa.

El acto de entrega de galardones se celebró ayer martes, 28 de marzo,  en las dependencias de la Subdelegación de Defensa de Lleida y estuvo presidido por el coronel Rafael Jiménez Sánchez que dedicó unas palabras de agradecimiento a los premiados por su esfuerzo y calidad en los relatos presentados así como a los centros educativos participantes y  miembros del jurado entre los que se encontraban el Presidente del Colegio de Periodistas de Lleida, Rafa Gimena,  Rosario Curiel, Doctora en Filología Hispánica y Catedrática de Lengua Castellana y Literatura de la UDL, y  varios miembros del ejército.

La temática versaba sobre los héroes, esos desconocidos y, en muchos casos, olvidados personajes de nuestra historia. Se proponía a los alumnos una pequeña  investigación de la trayectoria vital  de algún gran hombre o mujer españoles que hubiesen dejado una huella en la historia por su buen hacer, valentía y hazañas. A partir de ella, los participantes debían elaborar un relato corto con las acciones y características del personaje elegido, su opinión sobre la visión que se tiene de ese héroe en la actualidad, y el ejemplo de vida y conducta que puede transmitirse  a través de sus gestas.

Existe un amplio abanico de personajes:  monarcas como los Reyes Católicos o Jaime I el Conquistador,  heroínas como Agustina de Aragón o María Pita, literatos como Garcilaso de la Vega o Miguel de Cervantes, inventores como Isaac Peral o Juan de la Cierva…

Todo ello para acercar, difundir y dar a conocer héroes de nuestra historia  a nuestros jóvenes.

Desde estas líneas, queremos transmitir nuestra más sincera enhorabuena a María por el premio conseguido con su relato que podéis leer  a continuación:

Andamos escasos en empatía

Hoy en día, son pocas las demostraciones de coherencia en nuestra avanzada sociedad. Todo el mundo dice pensar de manera progresista,  buscando el desarrollo y bienestar de las personas.

Pero esto, mi querido amigo Ángel, no siempre es así.

Solo hace falta fijarnos en la situación en la que Europa y otras grandes potencias se encuentran para darnos cuenta de lo desarrollado que tenemos nuestro egoísmo. Éste llega hasta el punto de no acoger a los millones de refugiados que, en este preciso instante,  buscan cobijo en Europa sin encontrarlo. ¿Dónde está la empatía? ¿Dónde se encuentra la compasión del siglo XXI?

Si solo intentásemos seguir tu ejemplo, Ángel Sanz-Briz, muy probablemente el mundo no tendría los problemas a los que ahora se enfrenta. Amigo mío, tú ayudaste a judíos húngaros en 1944 a escapar del fatal destino que se les venía encima proporcionándoles pasaportes de nacionalidad española y, con ello, un futuro mejor. ¡Por el mero hecho de pensar en los demás y de ver que no era justa esa persecución, tú salvaste vidas! Y no diez, ni cuarenta, ni cien. ¡Salvaste a más de cinco mil seres humanos perseguidos sin causa justa!

Es tu actitud decidida y resolutiva la que falta en la sociedad actual. Ese deseo de ayudar a los demás y luchar por el bien común, no solo el propio. Éste es el ingrediente que el mundo necesita para ser un lugar mejor. No hace falta que logremos grandes hazañas. No necesariamente necesitamos salvar vidas. Para llegar a grandes metas se empieza por lo pequeño: seamos amables con quienes nos rodean, familiares y amigos. Pensemos en lo que les preocupa, en lo que les puede ayudar, en lo que les puede hacer ilusión. Si esto lo aplicamos en nuestra vida cotidiana, nos será más fácil aplicarlo con otros que, a lo mejor, no son tan cercanos.

Todos somos conscientes de lo que cada uno representamos en este mundo: una partícula de agua entre millones dentro de un océano. Pero debemos darnos cuenta de que éste, con una gota menos, disminuye de manera imperceptible su volumen, y puede que una no se eche en falta, pero muchas pueden ocasionar un vacío que puede originar otro, y otro, y otro…

Si luchamos por lo que creemos, podremos enfrentarnos a este vasto océano de la indiferencia y formar otro en el que abunde la generosidad y la empatía. Siempre se empieza por lo pequeño, porque de ahí salen cosas grandes. 



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