El profesorado, el corazón que hace latir la escuela

Estos días, el profesorado está haciendo un esfuerzo muy positivo para atender a los alumnos a distancia y el alumnado está respondiendo mucho y muy bien

No sabemos si en el imaginario de una futura sociedad tenemos en la cabeza que las escuelas dejarán de tener sentido y se enseñará y se aprenderá a través de vías telemáticas, como se está viendo estos días con muchas profesiones en los que el teletrabajo está a la orden del día. De hecho, hay muchas universidades a distancia, on-line, que lo están haciendo. Pero, a mi entender, esto sería muy difícil de implantar en la enseñanza obligatoria. Es verdad que estos días, el profesorado está haciendo un esfuerzo muy positivo para atender a los alumnos a distancia y los alumnos y las alumnas -al menos, ésta es mi experiencia- están respondiendo mucho y muy bien. Pero es un esfuerzo que, todo el mundo lo sabe, tiene fecha de caducidad.

El profesor y la profesora son más que importantes en una escuela. Es cierto que las últimas tendencias hablan del profesorado como guía, ya que el estudiante es el centro del aprendizaje. Pero para llegar al final del camino, se necesita la guía, se necesita este acompañamiento tan necesario. El profesorado es mucho más que un acompañante o guía: es modelo, es estímulo y, muy frecuentemente, apoyo muy grande para los estudiantes que encuentran en la escuela un refugio que, desgraciadamente, no tienen en casa. ¡Cuántas veces una mirada cómplice, una frase de cariño dicha a tiempo, unas palabras exigentes que animan a hacer las cosas mejor ayudan -y mucho- a los alumnos! Esto, el contacto directo, no se puede substituir por imágenes de vídeo, clases pre-grabadas o textos para aprender. Por este motivo, y muchas cosas más -invisibles, diría yo- el profesorado es imprescindible.

Estos días estamos agradeciendo al personal sanitario todo el esfuerzo que están haciendo para salvar vidas, para mantenernos en la esperanza de una solución para la enfermedad. Todo agradecimiento es poco porque muchos -literalmente- se están dejando la vida desinteresadamente por nosotros. Nunca podremos devolverlos todo lo que están haciendo. Son unas profesiones -las relacionadas con la sanidad- que, en tiempos ordinarios y en tiempos de pandemia, llevan implícitas los actos de servicio desinteresado hacia los demás: esto merece todo nuestro reconocimiento. Y, salvando las distancias -me pregunto yo- los profesores, ¿no llevan implícita en su profesión ser personas al ser personas al servicio de los alumnos, al servicio de las familias? También estos días -los que hemos contactado telefónicamente con las familias de nuestros alumnos- hemos podido gustar el agradecimiento del seguimiento personal que estamos haciendo de sus hijos e hijas. Nos agradecen la dedicación, el interés, el trato personal -tan propio de los que trabajamos en Institució Lleida- y el fomento de actividades tan educativas como son tener un horario en casa, con unas labores propias a realizar y también unas labores familiares, el orden, el seguimiento y, sobre todo, el acompañamiento y el cariño en estos momentos difíciles para todos.

No nos podemos imaginar una sociedad sin el trato cercano entre las personas, el estar al lado de las familias en momentos fáciles y en momentos difíciles; la enseñanza con paciencia, constancia y ayudando a la mejora personal que tienen todos los profesores y profesoras que aman su trabajo, que sí, es muy vocacional. Y, sí, los profesores y las profesoras son imprescindibles.


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