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Siempre hemos pensado esto: para tener éxito en el mundo educativo, en el colegio, el orden tiene que ser así: primero, padres y madres, en segundo lugar, el profesorado y después, los alumnos. En ningún caso estamos hablando de la propiedad del colegio (que sí se da en bastantes colegios), ni en la dirección pedagógica o económica de estas instituciones. Al poner la primera atención en las familias, entendemos que estamos centrando en su núcleo todo lo que hace referencia a la educación de sus hijos: ellos son los primeros responsables y, al fin y al cabo, serán sus padres toda la vida y nadie les podrá quitar ese amor que no tiene límites por sus hijos, tengan la edad que tengan.
Hay unos cuantos estudios que corroboran que el éxito escolar depende en buena medida de la satisfacción personal del alumno. Los estudios de neurociencia avalan esta tesis que refuerza la idea de que, cuanto más contentos, más felices están los alumnos, más trabajo y mejores resultados se obtienen. Y buena parte de este éxito, de esta satisfacción es que las familias y la escuela vayan a una hacia el mismo objetivo, que no es otro que los hijos. Es cuando hay contradicciones, diferentes puntos de vista sin contrastar, críticas y murmuraciones sin fundamento, que los hijos -que están en el medio y son el centro del proceso educativo personal- no ven coherencia entre lo que se pide en la escuela y en casa. La unidad -que es perfectamente compatible con la discrepancia- es básica para el éxito. Frecuentemente oímos que en nuestro colegio tenemos a unos padres muy alineados con el proyecto educativo. Habitualmente respondemos que tenemos de todo, como en todo el mundo, pero con una diferencia: en nuestro colegio procuramos estar en constante contacto con las familias para conseguir un proyecto educativo común y personalizado para sus hijos. Cada uno, en su sitio: las familias llevan la parte educativa en casa, en consonancia con el colegio -y no intentan gobernar y decir qué se tiene que hacer en el colegio porque no son los expertos- y el colegio, llevando la parte instructiva y educativa en consonancia con lo que quieren las familias. Esto equivale a éxito garantizado. ¿Y cómo se hace? Hablando con las familias. Se procura hablar personalmente con cada familia cada trimestre, hay una reunión trimestral formativa y orientativa, se procura compartir con las familias todos aquellos momentos festivos escolares, son informadas de sesiones específicas sobre la educación para las edades de sus hijos, se les invita a estar presentes en sesiones escolares, etc.
Los padres y madres -en su sitio, lógicamente- los primeros; la formación personal y profesional de los profesores, en segundo lugar y, como resultado de esta fórmula, el éxito personal de los alumnos que, insistimos, no es solamente el éxito en cuanto resultados académicos sino éxito en su desarrollo educativo, como persona.