El ajedrez, mucho más que un juego

Hay unas cuantas teorías que animan al aprendizaje a través del juego. Como sabemos, el juego es muy natural en la naturaleza humana: desde pequeños, los niños aprenden muchas cosas a través de la observación y a través del juego.

El ajedrez, gracias a sus características, se convierten en un recurso muy apropiado para desarrollar aprendizajes que sobrepasan los niveles meramente conceptuales y de conocimientos y, a la vez, ayudan al crecimiento personal y facilitan los procesos de aprendizaje de las diferentes materias. Por esto, en nuestro colegio, los alumnos de 1º a 3º de Primaria tienen semanalmente sus clases de ajedrez.

En referencia al crecimiento personal, encontramos unas cuantas ventajas, entre muchas: aceptación de un marco común, como son las reglas; la aceptación del resultado, sea cual sea; desarrollar la propia responsabilidad; la mejora del respeto a los demás, la paciencia, la tolerancia, la comprensión y, además, es un espacio de inclusión, de igualdad con los demás. En referencia al crecimiento cognitivo, el ajedrez favorece la memoria, la concentración y la atención, la creatividad, la toma de decisiones, así como prever situaciones y resolver problemas. Ya se ve que el ajedrez es más que un juego de entretenimiento (que también…).

Hoy en día, además, es muy importante el logro de las competencias, y no solamente de la competencia lógico-matemática, sino también la competencia comunicativa (para explicar el por qué de alguna jugada), la competencia artística (la creatividad que se demuestra para montar las jugadas), la competencia de aprender a aprender (se aprende mucho de los propios errores), la competencia de autonomía personal (la perseverancia, la autocrítica, el conocimiento de uno mismo…) y, por supuesto, la competencia social (se actúa con criterio propio, se aprende a ayudar a los que saben menos…).

Un aspecto remarcable del ajedrez es el papel decisivo que toma el trabajo de inteligencia emocional, cuando el jugador tiene que trabajar la empatía, la sinceridad y el optimismo, el control de los sentimientos en momentos de más presión, aprender de las propias reacciones.

Todos estos aspectos señalados hacen que los alumnos, estimulados por el juego, vayan adquiriendo todos estos valores, habilidades y competencias de una manera natural mientras se comparte una partida.