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Por Jordi Viladrosa i Clua
Pedagogo. Orientador de Institució de Lleida - Arabell
Cuando llegamos al final de la etapa de estudios obligatorios, los alumnos y las alumnas de cuarto año de secundaria se encuentran con que tienen que tomar una de las decisiones más importantes de sus vidas: ¿a dónde debo ir ahora?, ¿Qué debo hacer?, ¿y si me equivoco? Nos enfrentamos a la necesidad de concretar el inicio del itinerario académico y profesional que tendrá que guiar los próximos pasos de cada estudiante.
Lo habitual es que en plena adolescencia la futura profesión no esté clara y, por lo tanto, qué camino se debe tomar. Pero tampoco se puede avanzar ciegamente o dejarse llevar por la inercia de hacer lo que hacen la mayoría o los amigos más cercanos. Aquí es donde la tutoría personal, la familia y, siempre que sea necesario, el consejo del orientador de la escuela, juegan un papel clave: ayudar a los estudiantes que se conozcan mejor, visualizar sus fortalezas, hacerse buenas preguntas y ponernos a su disposición para encontrar las mejores respuestas.
Algunos estudiantes me han preguntado a veces sobre las consecuencias de elegir la ruta equivocada o qué opción es la más rápida para acceder al mundo del trabajo. Algunos no se ven listos para la universidad y están angustiados por tener que hacer un bachillerato y selectividad. Les gustaría hacer un ciclo de formación de nivel intermedio, pero cuando consultan la oferta disponible a menudo no encuentran lo que esperaban. Saben que la forma de hacer un ciclo de formación pero de grado superior - muchos de ellos con buenas perspectivas profesionales y laborales - es estudiar bachillerato. Cada vez más escuelas están dispuestas a personalizar estos estudios de una manera que haga que los itinerarios o modalidades actuales sean más flexibles y - sin disminuir el grado de demanda que deben tener los estudios postobligatorios - se planifican de una manera que sean más asequible y competenciales.
También nos hemos encontrado con casos en los que la figura del orientador es francamente simple. Un estudiante te dice: "Desde que era un niño sé que quiero ser... (pon la profesión que quieras)" y ves que, de hecho, tiene las habilidades necesarias para avanzar hacia el campo profesional en cuestión, su expediente académico lo acompaña y la autopromoción es genial; en casa también están abiertos a hacer esta decisión más fácil y a todos los maestros les gustaría tener a este estudiante en sus clases. ¡Genial! No hay necesidad de que el orientador esté aquí. ¡Y esta clase de alumnos existen! Sin embargo, por lo general es necesario ayudarles a diseñar el siguiente paso, conocerse bien, reconocer errores y aprender de ellos.
En nuestro caso, en Institució Lleida, ofrecemos a las familias la posibilidad de contar con un estudio personalizado realizado por la consultoría de orientación Zeno Quantum, pionera en el trabajo con la tecnociencia. El informe resultante consta de las cuatro secciones siguientes:
1. Talento, donde aparecen todas las fortalezas del estudiante y sus 360º
2. Planes de carrera: los 6 planes elegidos con: campo, profesión, título universitario, universidades nacionales, marcas de admisión, grados proyectados, bachilleratos, asignaturas optativas y universidades internacionales.
3. Mejora personal: las competencias que los participantes de los 360º proponen mejorar.
4. Futuro, para entender cómo serán las profesiones del futuro.
Actualmente, además de trabajar para asegurar que los estudiantes abandonen la escuela con el mejor rendimiento académico del que son capaces, lo que es cada vez más importante son la s “soft skills” o habilidades blandas. Esto es para facilitar que los estudiantes sepan trabajar en equipo, ser resilentes, utilizar las estrategias de aprendizaje más eficaces, enseñarles a ser flexibles y a tener un pensamiento crítico, a hacer un buen uso del tiempo o a crecer en conducción autónoma, entre otros. Todos ellos trabajan en las diferentes materias y, especialmente, en la tutoría personal porque estamos hablando de habilidades interpersonales e intrapersonales esenciales.
Por último, ponemos en su consideración siete situaciones que deben ser identificadas y corregidas, si corresponde:
1. No gestionar bien las emociones.
2. Adoptar una mentalidad fija frente al aprendizaje; es decir, teniendo en cuenta que las habilidades académicas están predeterminadas y que o bien todo ya está asegurado o que ya no hay nada que hacer.
3. Abandonar al primer fracaso.
4. Ver los desafíos o correcciones como una amenaza personal.
5. Tener estrategias de aprendizaje ineficaces.
6. Planifique incorrectamente el tiempo y el estudio necesarios.
7 Concéntrese únicamente en los resultados de los exámenes y dé poca importancia a las tareas ordinarias que se llevan a cabo en clase.
La acción tutorial y la orientación académica y profesional de nuestro trabajo en casa, por lo tanto, de forma integrada, porque tratamos de estar al servicio de la personalización y construcción del futuro de cada uno de nuestros alumnos. Y lo hacemos con una mentalidad realista y optimista al mismo tiempo.